La Batalla de Famaillá se desarrolló el 19 de septiembre de 1841, enfrentado a las tropas Federales lideradas por el uruguayo Juan Manuel Oribe que derrotó a los Unitarios al mando de Juan Lavalle. Este hecho bélico marcó el fin de la Coalición del Norte, que se oponía al gobierno de Juan Manuel de Rosas.
La Batalla de Famaillá, ocurrida el 19 de setiembre de 1841, fue un enfrentamiento entre las fuerzas Unitarias, que al mando de Juan Galo Lavalle, trataban de resistir el avance de los Federales que liderados por el oriental Manuel Oribe, respondían a Juan Manuel de Rosas.
Los hombres liderados por Lavalle se los denominaba el «Primer Ejército» de la Liga del Norte, mientras que en Cuyo, las tropas unitarias que conducía el general Gregorio Aráoz de la Madrid se denominaban el «Segundo Ejército».
Las tropas que Rosas había enviado para reprimir a la Liga, estaban al mando del general uruguayo Manuel Oribe, y constituían el denominado «Ejército Unido de Vanguardia de la Confederación». Se concentró en Santiago del Estero, a comienzos de setiembre, y sumaba cerca de 3.000 soldados con 6 cañones. Inició la marcha para enfrentarse con la Liga, el 2 de septiembre. Uno de sus jefes, el general Eugenio Garzón, procedió a ocupar la ciudad de Tucumán sin inconvenientes. Esto porque Lavalle había resuelto dirigirse desde Los Nogales, donde acampaba, hacia el sur de la provincia, con sus soldados que eran muy inferiores en número, armamento y veteranía, a los de Oribe. Llegó a tener Lavalle unos 1.300 hombres de caballería, y sus mal armados infantes no sumaban un centenar. Arrastraba cuatro cañones.
Su intrépido plan era atacar a Oribe, en lugar de sentarse a esperarlo. Suponía que la mitad de las fuerzas federales estaba en la ciudad, con Garzón, y quería «cortar» a Oribe, «tomándolo entre sus fuerzas y la ciudad». La presurosa marcha de Lavalle al sur no estuvo exenta de problemas. En la noche del 15, desertaron los oficiales Peña y Graneros, con varios soldados: a algunos los pudo abatir a balazos el coronel Zerrizuela, y a dos que fueron capturados, Lavalle ordenó ejecutarlos.
Entretanto, Oribe iba también con rumbo sur, detrás de Lavalle. El 15 acampó en Lules y al alba del 16 siguió detrás de su presa. Se detuvo en Famaillá. Según el «diario» del coronel García, del ejército federal, la villa estaba despoblada: «sus moradores intimidados han huido a las sierras y montañas próximas», apuntó.
Por su lado, Lavalle acampó a orillas del río Balderrama. El 17 marchó a la estancia de La Florida y, tras un breve descanso, torció el rumbo para llegar, en la mañana del 18, a Negro Potrero. Allí carnearon reses para la tropa y, a la noche, Lavalle atravesó el río Famaillá, a unas 20 cuadras de distancia de la fuerza de Oribe.
Al amanecer del 19 de septiembre de 1841, cada ejército tenía al otro ante su vista. El general Lavalle formó su línea a espaldas de los federales, a un costado de la arboleda conocida como Monte Grande. De inmediato, Oribe ordenó dar vuelta a sus tropas y avanzó. La caballería del ejército federal estaba dispuesta en ambas alas: a la derecha, los escuadrones de Hilario Lagos, y a la izquierda, los de Juan Felipe Ibarra. Al centro, estaban los infantes de Mariano Maza. Contaba además con dos escuadrones de reserva, un cuadro de oficiales orientales y la escolta del general en jefe.
Las fuerzas de Lavalle tenían a la izquierda la caballería, que mandaba el general Juan Esteban Pedernera, y a la derecha, las milicias tucumanas que conducían los coroneles José Ignacio Murga y Manuel Torres de la Rambla. El comandante Estanislao del Campo era responsable de la infantería y los tres cañones, mientras Manuel Hornos estaba a cargo de la reserva. El líder civil de la Liga del Norte, doctor Marco Manuel de Avellaneda, participó también en la acción.
A las 7 de la mañana dio comienzo la batalla de Famaillá. Según Oribe, a unas 150 varas de distancia hizo alto y lanzó guerrillas desde su derecha. Las fuerzas de la Liga hicieron lo mismo y atacaron sus escuadrones de la izquierda, «con lo que se trabó el combate, que luego se hizo general».
Lavalle buscó una definición inmediata en su costado izquierdo, y sus tropas salieron al encuentro de los federales. Sus escuadrones lancearon a un centenar de ellos, mientras los cañones de la Liga contenían a los infantes de Oribe, forzándolos a tenderse en el suelo. El coronel Gainza, participante de la acción, pensaba que Lavalle quería hacerse matar, porque «avanzó personalmente con la artillería y se puso casi a medio tiro de la enemiga».
Pero, en ese momento, el escuadrón «Libertad», que mandaba Juan Francisco Olmos, «volvió caras a poca distancia del enemigo a su frente», con lo que empezó a desmoronarse el ala izquierda de Lavalle. Entonces, el general lanzó su escolta sobre el flanco de la derecha federal. La arrolló en un principio pero, dice Lavalle, «no fue ayudada por los otros escuadrones, que debían haber vuelto caras inmediatamente, y huyó también».
El triunfo de los Federales puso en fuga a lo Unitarios. La Coalición del Norte, opositora a Rosas, terminó su gobierno y a los pocos días asumió como nuevo gobernador tucumano Celedonio Gutiérrez. Juan Lavalle escapó hacia Jujuy, donde sería muerto un tiempo después, mientras que Marco Avellaneda, sería traicionado por sus hombres que lo entregarían a Oribe en Metán. Allí un Consejo de Guerra iba a ordenar su decapitación y para escarmiento iban se colocó su cabeza en una pirca en la plaza central de Tucumán.
Cinco días después, la otra facción de los Unitarios, comandada por Aráoz de la Madrid, iba a ser derrotada en Rodeo del Medio, Mendoza, terminando definitivamente con los opositores a Rosas
Fuente: https://www.lagaceta.com.ar/nota/561090/sociedad/sangrienta-batalla-famailla.html