El último discurso de Perón

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Eran tiempos sin duda complejos: a la serie de golpes cívico-militares que tenían lugar en la región en países tales como Bolivia (1971), Chile o Uruguay (1973) se le sumaban las turbulencias políticas locales como la masacre de Ezeiza o los asesinatos de José Ignacio Rucci y el padre Carlos Mugica.

El Gobierno de Perón, que había asumido en octubre de 1973 su tercer mandato presidencial, había implementado una política basada en el Pacto Social que había dado buenos resultados en pocos meses, como por ejemplo la reducción del Índice de Precios al Consumidor del 79,1% en mayo de 1973 al 14% del mismo mes de 1974 en un contexto de crecimiento y una mayor participación de los trabajadores en el PBI. Sin embargo, entrada la segunda mitad del año se evidenciaban dificultades de implementación producto de factores de la economía y algunas conductas de los actores de la concertación (principalmente por parte algunos sectores empresariales).

Ante esto los trabajadores salieron a apoyar a su líder de manera masiva durante la tarde del 12 de junio, concentrándose en la tradicional Plaza de Mayo.

Ante tamaña demostración popular de afecto, el General hizo su aparición ante la multitud y les dirigió lo que serían sus últimas palabras en público. Y lo hizo sin pelos en la lengua: “ha llegado la hora de que pongamos las cosas en claro”, sentenció, ya que creía que había “enemigos que han comenzado a mostrar sus uñas” y que “hay muchos que quieren desviarnos en una o en otra dirección”. Sin embargo, pedía al pueblo paciencia y prudencia al advertir que “frente al engaño y frente a la violencia, impondremos la verdad, que vale mucho más que eso” y que «no queremos que nadie nos tema; queremos, en cambio, que nos comprendan”.

A pesar de que era optimista sobre el futuro, advirtió al pueblo que sabía “que en la marcha que hemos emprendido tropezaremos con muchos bandidos que nos querrán detener; pero, fuerte con el concurso organizado del pueblo, nadie puede ser detenido por nadie”.

Finalmente, tras agradecer a los trabajadores por acercarse a manifestarle su apoyo, inmortalizó como despedida la frase que mejor sintetiza la vocación de servicio del General: “llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”.

DISCURSO COMPLETO

“Compañeros:

Retempla mi espíritu estar en presencia de este pueblo que toma en sus manos la responsabilidad de defender la patria. Creo, también, que ha llegado la hora de que pongamos las cosas en claro. Estamos luchando por superar lo que nos han dejado en la República y, en esta lucha, no debe faltar un solo argentino que tenga el corazón bien templado.

Sabemos que tenemos enemigos que han comenzado a mostrar sus uñas. Pero también sabemos que tenemos a nuestro lado al pueblo, y cuando éste se decide a la lucha, suele ser invencible.

Hoy es visible, en esta circunstancia de lucha, que tenemos a nuestro al pueblo, y nosotros no defendemos ni defenderemos jamás otra causa que no sea la causa del pueblo.

Yo sé que hay muchos que quieren desviarnos en una o en otra dirección; pero nosotros conocemos perfectamente bien nuestros objetivos y marcharemos directamente a ellos, sin dejarnos influir por los que tiran desde la derecha ni por los que tiran desde la izquierda.

EI Gobierno del Pueblo es manso y es tolerante, pero nuestros enemigos deben saber que tampoco somos tontos.

Mientras nosotros no descansamos para cumplir la misión que tenemos y responder a esa responsabilidad que el pueblo ha puesto sobre nuestros hombros, hay muchos que pretenden manejarnos con el engaño y con la violencia. Nosotros, frente al engaño y frente a la violencia, impondremos la verdad, que vale mucho más que eso. No queremos que nadie nos tema; queremos, en cambio, que nos comprendan. Cuando el pueblo tiene la persuasión de su destino, no hay nada que temer. Ni la verdad, ni el engaño, ni la violencia, ni ninguna otra circunstancia, podrá influir sobre este pueblo en un sentido negativo, como tampoco podrá influir sobre nosotros para que cambiemos una dirección que, sabemos, es la dirección de la Patria.

Sabemos que en esta acción tendremos que enfrentar a los malintencionados y a los aprovechados. Ni los que pretenden desviarnos, ni los especuladores, ni los aprovechados de todo orden, podrán, en estas circunstancias, medrar con la desgracia del pueblo.

Sabemos que en la marcha que hemos emprendido tropezaremos con muchos bandidos que nos querrán detener; pero, fuerte con el concurso organizado del pueblo, nadie puede ser detenido por nadie.

Por eso deseo aprovechar esta oportunidad para pedirle a cada uno de ustedes que se transforme en un vigilante observador de todos estos hechos que quieran provocarse y que actúe de acuerdo con las circunstancias.

Cada uno de nosotros debe ser un realizador, pero ha de ser también un predicador y un agente de vigilancia y control para poder realizar la tarea, y neutralizar lo negativo que tienen los sectores que todavía no han comprendido y que tendrán que comprender.

Compañeros, esta concentración popular me da el respaldo y la contestación a cuanto dije esta mañana.

Por eso deseo agradecerles la molestia que se han tomado de llegar hasta esta plaza.

Llevaré grabado en mi retina este maravilloso espectáculo, en que el pueblo trabajador de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires me trae el mensaje que yo necesito.

Compañeros, con este agradecimiento quiero hacer llegar a todo el pueblo de la República nuestro deseo de seguir trabajando para reconstruir nuestro país y para liberarlo. Esas consignas, que más que mías son del pueblo argentino, las defenderemos hasta el último aliento.

Para finalizar, deseo que Dios derrame sobre ustedes todas las venturas y la felicidad que merecen. Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino.”

Fuente: http://gestar.org.ar/nota/ver/id/1384

 

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