El Petiso orejudo, el asesino serial más joven de la historia argentina

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    Pasó a la historia como uno de los mayores sociópatas argentinos. Cayetano Santos Godino fue más conocido como el Petiso Orejudo y fue un asesino en serie, el segundo del que se tiene registro en nuestro país, aunque fue casi contemporáneo del primero, con quien compartió el nombre: Cayetano Domingo Grossi.

    Cayetano Santos había nacido el 31 de octubre de 1896 en Buenos Aires y pasó a la historia como el asesino serial argentino más joven, con 4 víctimas fatales confirmadas y 7 intentos de asesinato, mientras que también era un piromaníaco y en su haber se contabilizaron 7 edificios incendiados. Fue detenido el 4 de diciembre de 1912 cuando apenas tenía 16 años. Y pasó hasta el último de sus días en la conocida como la «cárcel del fin del mundo», en Ushuaia, cuando falleció el 15 de noviembre de 1944.

    Hijo de inmigrantes italianos trabajadores pero que no podían salir de la pobreza, apenas a los 7 años se tiene registro de su primer intento de asesinato. Fue el 28 de septiembre de 1904. Se llevó con engaños a Miguel Depaola, que ni había cumplido 2 años. Lo golpeó y lo arrojó sobre varias espinas, y cuando se disponía a liquidarlo un policía que pasaba por el lugar lo detuvo y se llevó a los dos niños a la comisaría, donde fueron retirados por las madres. Un año después intentó hacer lo mismo con Ana Neri, que apenas tenía 18 meses. La golpeó varias veces con una piedra en la cabeza, en un baldío, hasta que nuevamente un policía lo detuvo pero por su edad (8 años) lo dejaron en libertad esa misma noche.

    La primera víctima
    Parecía que año a año se le activaba el chip de violencia a Cayetano Santos Godino por lo que en 1906 logró su cometido y tuvo su primera víctima fatal. Se trataba de María Rosa Face, de apenas 3 años. Este primer asesinato del Petiso orejudo pasó desapercibido para la policía y sólo fue «descubierto» gracias a que él lo confesó años después, ante la policía. Según relató, la llevó a un terreno baldío en la calle Rio de Janeiro, donde intentó estrangularla; como no lo logró, la enterró viva en una zanja, que cubrió con lo que encontró. Cuando fueron al lugar encontraron una casa construida, de dos plantas. En la comisaría había quedado registrada la desaparición de María Rosa, cuyos restos jamás fueron encontrados.

    Denuncia de su propio padre

    El 5 de abril de ese mismo año Cayetano Santos fue denuncia por su propio padre, que descubrió que había torturado y matado aves domésticas, un indicio recurrente en los asesinos seriales en Estados Unidos. Fiore halló un pájaro muerto en un zapato de su hijo y debajo de su cama cadáveres de otras aves, algo muy parecido a lo que realizaba Ed Kemper, el asesino de colegialas de Santa Cruz (California) en la década del 70.

    Esta fue la denuncia 
    En la Ciudad de Buenos Aires… compareció una persona ante el Comisario de Investigaciones, el que previo juramento que en legal forma prestó dijo llamarse Fiore Godino, italiano, de 42 años de edad, con 18 de residencia en el país, casado, farolero y domiciliado en la calle 24 de Noviembre 623. Enseguida expresó: que tenía un hijo llamado Cayetano, argentino, de 9 años y 5 meses, el cual es absolutamente rebelde a la represión paternal, resultando que molesta a todos los vecinos, arrojándoles cascotes o injuriándolos; que deseando corregirlo en alguna forma, recurre a esta Policía para que lo recluya donde crea oportuno y para el tiempo que quiera. Con lo que terminó el acto y previa íntegra lectura, se ratificó y firmó. Fdos: Francisco Laguarda, comisario. Fiore Godino. Se resolvió detener al menor Cayetano Godino y se remitió comunicado a la Alcaidía Segunda División, a disposición del señor jefe de policía.

    Dos meses y a la calle otra vez

    Apenas estuvo privado de su libertad dos meses y después lo soltaron. Ya no asistía a la escuela, así que sólo vagaba por las calles. La pasividad de los padres y de las autoridades ante semejante actuar resulta extraño por estos días, pero en esa época los niños, incluso pequeños, solían jugar en las calles sin vigilancia de los padres y de esto se aprovechaba el Petiso Orejudo. Por ello el 9 de septiembre de 1908 se llevó a Severino González Caló a una bodega que estaba frente al Colegio del Sagrado Corazón. Lo metió en una pileta para caballos y lo tapó con maderas para intentar ahogar al pequeño pero el dueño de la bodega, Zacarías Caviglia, se dio cuenta de la situación. Godino acusó a una mujer y se inventó hasta cómo era físicamente. Fue llevado a la comisaría donde los padres lo buscaron al día siguiente. Esa misma pasividad de padres y autoridades continuó seis días más tarde, cuando en Colombes 632 con un cigarrillo le quemó los párpados a Julio Botte, de 22 meses. Fue visto por la madre de la víctima y alcanzó a escapar. No se imaginaban, quizás, semejante desenlace.

    Lo entrega la familia nuevamente

    Fiore y Lucía Godino se cansaron de su propio hijo y el 6 de diciembre de 1908 lo entregaron a la policía. Fue enviado a una colonia de menores en Marcos Paz, donde estuvo 3 años. Aprendió a leer y escribir, apenas. Lejos de regenerarlo, esto lo endureció aún más y cuando volvió a las calles, el 23 de diciembre de 1911, ya era un criminal frío y potenciado, listo para matar nuevamente. Sus padres trataron de redimirlo y le consiguieron un trabajo que apenas le duró unos 3 meses. Vagando por las calles, probó con otros barrios y no en los que ya era conocido. Después declararía que sufría «fuertes dolores de cabeza» tras tomar alcohol y que eso se traducía «en ganas de matar».

    1912, peligro, loco suelto

    Cayetano ya era conocido a esta altura como el Petiso Orejudo, pero también le atribuían cosas que ni hacía ni estaba cerca. Pasó a ser una especie de reto de los padres que duraría por muchísimos años. Al mejor estilo de «viejo de la bolsa», era «portate bien o va a venir el Petiso Orejudo», repitieron en los barrios porteños durante años.
    En enero de ese año se metió en una bodega en calle Corrientes y ahí comenzó su carrera como piromaníaco. Al incendio tardaron cuatro horas en controlarlo y después de su arresto, dejó una frase escalofriante: «Me gusta ver trabajar a los bomberos, es lindo ver cómo caen en el fuego». Su segunda víctima fue Arturo Laurora. El cadáver de este chico de 13 años fue descubierto el 26 de enero de 1912 y su desaparición había sido denunciada un día antes. Cayetano Santos Godino confesó, luego, la autoría del asesinato. Lo ahorcó.

    En marzo de 1912, el 7, prendió fuego a una niña de 5 años que sufrió 16 días de agonía en el Hospital de Niños. Se trataba de Reyna Bonita Vaínicoff. Fue su tercera víctima.

    Meses después causó dos incendios que fueron controlados por los bomberos, sin que se tuvieran que lamentar víctimas. En septiembre del mismo año, trabajando en una bodega propiedad de Paulino Gómez, mató a una yegua de tres puñaladas. No había pruebas concluyentes según la policía y por ello no fue detenido, pero los antecedentes se acumulaban.
    Apenas días después prendió fuego la estación Vail, propiedad de la compañía Anglo-Argentina. También fue controlado por los bomberos.

    El 8 de noviembre del mismo año intentó asesinar a Roberto Russo (2 años). Lo llevó hasta una alfaería, le ató los pies y lo estaba ahorcando con la soga que se ataba los pantalones, pero los descubrió un trabajador y los entregó a la policía. Fue liberado por falta de méritos, increíblemente.El 16 del mismo mes intentó golpear a Carmen Ghittone, de 3 años, y un vigilante se apersonó y Godino consiguió escapar.

    El 20, siempre en noviembre, se llevó de Muñiz y San Juan a Catalina Naulener, de 5 años. Buscaba un baldío pero la menor no quiso continuar y comenzó a golpearla, pero el dueño de una casa ubicada en calle San Juan intervino y Godino logró escapar, una vez más.

    El 3 de diciembre de de 1912 tuvo lugar el último crimen registrado del Petiso Orejudo. Su víctima fue Gesualdo Giordano, de 3 años de edad, que vivía en la calle Progreso. Cayetano Santos salió de su casa de calle Urquiza. Se sumó a unos chicos que jugaban entre los que estaba Gesualdo y como su altura no se correspondía con su edad no levantó mayores sospechas. Antes había intentado llevarse a Marta Pelossi, de 2 años, pero la menor se asustó y se resguardó en su casa. Gesualdo cayó en el versito de «te voy a comprar caramelos» y se lo llevó hasta la Quinta Moreno, donde hoy funciona el Instituto Bernasconi. Intentó matarlo como era su modus operandi, con una soga al cuello (que usaba como cinturón) pero no pudo. Buscó otra cosa fuera de la quinta y se encontró con el padre de Gesualdo, a quién con toda frialdad le recomendó hacer la denuncia de la desaparición en la comisaría. Volvió con una tabla con un clavo de 10 cm y se la clavó en la sien a Gesualdo, que ya estaba moribundo, usando una piedra como martillo.
    Esa misma noche asistió al velatorio de su propia víctima porque, según declararía luego, quería ver si Gesualdo tenía aún el clavo en la sien. Se fue llorando del lugar pero dos policías, el subcomisario Peire y el principal Ricardo Bassetti, ya habían atado los cabos sueltos. La madrugada del 4 de diciembre hallanaron el hogar de los Godino y detuvieron a Cayetano Santos. En sus bolsillos hallaron un recorte del diario en el que se escribía del asesinato de Gesualdo y el resto del piolín con el que había ahorcado a su víctima.

    Detención, juicio y su vida en la cárcel
    Al ser detenido confesó 4 asesinatos y 7 intentos de matar niños. En noviembre de 1914 el juez en lo penal Ramos Mejía absolvió a Godino considerándolo penalmente irresponsable (por ser menor y un alienado) y ordenó a un juzgado civil que formalizara su internación por tiempo indefinido.Se lo recluyó en el Hospicio de las Mercedes, en el pabellón de alienados delincuentes. Allí atacó a dos pacientes, uno inválido y otro en una silla de ruedas. También intentó huir, por lo que la Cámara de Apelaciones resolvió por unanimidad que fuera confinado en una penitenciaría (mientras no hubiera asilos adecuados para su caso). Lo trasladaron a la Penitenciaría Nacional de Calle Las Heras. Diez años después fue llevado al Penal de Ushuaia, en Tierra del Fuego, la mencionada cárcel del fin del mundo.

    Operación insólita y su muerte

    Lo insólito del caso tuvo un condimento extra: en 1927 los médicos -basándose en estudios pseudo científicos- creían que su maldad provenía del largo de sus orejas, por lo que le practicaron una cirugía estética para achicárselas. Por supuesto, no funcionó.

    En 1933 logró desatar la furia de los presos del penal cuando mató al gato que era la mascota de la cárcel, al arrojarlo junto con leños al fuego. Le pegaron tanto que tardó 20 días en salir del hospital. En 1936 pidió la libertad pero se la negaron porque estudios médicos concluyeron que «es un imbécil o un degenerado hereditario, perverso instintivo, extremadamente peligroso para quienes lo rodean».

    Las circunstancias de su muerte, el 15 de noviembre de 1944, siguen siendo un misterio. Se presume que había sido por un proceso ulceroso gastroduodenal, pero se sabe que había sido maltratado y con frecuencia violado.Murió sin confesar remordimiento alguno. Según otras fuentes citadas por Wikipedia, los policías del penal afirmaban que Godino había muerto a manos de otros presos, que estaban furiosos por la muerte del gato que era la mascota. En 1947 fue clausurada esta cárcel y cuando el cementerio fue trasladado, los huesos del asesino serial habían sido saqueados.

    Autor : Adrian Segori
    https://www.diariouno.com.ar/sociedad/petiso-orejudo-asesino-serial-joven-historia-argentina-09032019_r1JCY3qHH

     

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