Muere el Presidente Marcelino Ortiz

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El 15 de julio de 1942 murió Roberto Marcelino Ortiz, el mandatario que había tenido que renunciar por su diabetes avanzada.

El 15 de julio de 1942 murió Roberto Marcelino Ortiz, el mandatario que había tenido que renunciar por su diabetes avanzada. Si bien había accedido por medio del fraude, inició una cruzada de limpieza institucional, hasta que un escándalo de coimas por la venta de tierras lo hizo tambalear.

Jaime Gerardo Roberto Marcelino María Ortiz nació el 24 de septiembre de 1886. Descendiente de vascos, primero cursó dos años de Medicina, y fue vacunador en el Instituto Jenner. Sin embargo, cuando la facultad debió ser cerrada por una protesta estudiantil, estudió Derecho y se recibió en 1909 en la Universidad de Buenos Aires, donde integró el Comité Universitario Radical. Antes había participado de la revolución radical de 1905.

Se casó el 11 de mayo de 1912 con María Luisa Iribarne, con quien tuvo tres hijos: María Angélica, Roberto Fermín y Jorge Luis.

Se especializó en economía, finanzas y asuntos públicos, que le sirvieron en su trabajo como abogado de ferrocarriles de capitales británicos durante la década del treinta.

A los 20 años se afilió a la Unión Cívica Radical, aunque desde los 13 años tocaba el acordeón en los actos partidarios. Primero, en 1918, fue concejal en la Ciudad de Buenos Aires, donde resultó electo cuando por primera vez se aplicó la ley Sáenz Peña; renunció para asumir como diputado nacional, donde presentó 34 proyectos de ley. Al finalizar el mandato, ocupó un cargo ad honorem en la Comisión Nacional de Casas Baratas, luego fue director nacional de Impuestos Internos y en 1925 ministro de Obras Públicas en la gestión de Marcelo T. de Alvear.

Luego del golpe de Uriburu, fue uno de los que pretendió reorganizar el partido. En 1935 fue ministro de Hacienda del presidente Agustín P. Justo, cargo al que renunció en 1937 cuando lanzó su candidatura a presidente de la Concordancia.

Asumió el 20 de febrero de 1938. Su compañero de fórmula era el catamarqueño Ramón Castillo. La fórmula Ortiz-Catillo obtuvo 1.100.000 votos; Alvear-Mosca, la fórmula radical 815.000

Cuando en las elecciones de 1940 en la provincia de Buenos Aires se cometió fraude, decretó la intervención, lo que terminó con el reinado del conservador Manuel Fresco. Antes había intervenido la provincia de Catamarca, donde los conservadores habían impuesto a su candidato por medio de elecciones arrregladas. También mandó interventores a San Juan y Santiago del Estero.

En el escándalo de El Palomar, en que se comprobaron que diputados cobraron coimas para incluir en el presupuesto nacional el importe de la compra de tierras con un importante sobreprecio, fue Fresco el que le pasó al senador jujeño Benjamín Villafañe el dato del negociado, y éste -que odiaba a los radicales- se ocupó de que estallase todo por los aires.

Fue el comienzo del fin. Ortiz había sido el que había puesto la firma final y se sintió responsable.

La denuncia fue un duro golpe a esa cruzada por la legalidad institucional. Ortiz le recomendó a los investigadores “ir hasta el fondo, caiga quien caiga”.

El primer mandatario presentó su renuncia, pero la asamblea legislativa, luego de seis horas de deliberación, la rechazaría por 170 votos contra uno, el del senador Matías Sánchez Sorondo.

Sin embargo, el presidente no estaba bien de salud. Era un enfermo diabético que no se cuidaba -se asegura que comía una docena de merengues por día que compraba en la confitería Del Molino- más aún después de la muerte de su esposa en abril de 1940. Su médico el doctor Pedro Escudero lo había sometido a una estricta dieta.

El 3 de julio de ese año debió delegar el mando en Castillo.

La Segunda Guerra Mundial estaba en pleno desarrollo en Europa y los proaliados, con Estados Unidos a la cabeza, hicieron lo imposible para que regresase al poder, ya que el vice Castillo tenía simpatías hacia el Eje.

Cuando el 30 de noviembre de 1936 el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt vino al país para participar de la conferencia ordinaria de la Unión Panamericana, lo conoció.

Cuando se enteró de su enfermedad, le envió al mejor oftalmólogo que había en su país, Ramón Castroviejo Brione, un español de 37 años que se había nacionalizado norteamericano y que era una eminencia en trasplante de córneas.

Uno de los hijos de Ortiz fue el que se ocupó de ultimar los detalles con el embajador Norman Armour. El médico llegó a Buenos Aires el 11 de mayo de 1942. Luego de revisarlo, se convenció de que no podía operarlo. Ortiz ya había sufrido un ataque al corazón. Aún así Roosvelt le ofreció viajar a Estados Unidos para tratarse allí.

El diagnóstico del oftalmólogo fue terminante y el 24 de junio renunció como presidente. Falleció el 15 de julio de 1942. Tenía 55 años.

 

 

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