Combate de Perdriel

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El Combate de Perdriel es un encuentro bélico entre las tropas inglesas y las patriotas en el marco de las primeras Invasiones Inglesas. Este encuentro se produce a 20 km de Buenos Aies y a pesar de la derrota de las fuerzas locales, estas logran escapar para reagruparse y ser el germen que luego vencería a los ingleses y los expulsaría de este territorio.

Tras la captura de Buenos Aires por parte del ejército británico muchos de los voluntarios se negaron a aceptar la rendición se ocultaron en las quintas y en los campos, mientras en la ciudad se organizaban algunos focos de resistencia.

En el Combate de Perdriel, librado el 1 de agosto de 1806, a 20 km de la ciudad de Buenos Aires, las tropas británicas vencieron y dispersaron a una pequeña división de voluntarios de milicias, inferior en número, armamento, organización y entrenamiento. Sin embargo, al ser incapaces de eliminar por completo las fuerzas reunidas en la campaña no pudieron evitar su reunión con el ejército que al mando de Santiago de Liniers reconquistaría la ciudad el 12 de agosto de 1806, poniendo fin a la primera invasión inglesa al Río de la Plata.

Al anochecer del 31 de julio de 1806 llegaban a Perdriel alrededor de 1050 hombres, al sumarse las fuerzas del hacendado Martín Rodríguez. Allí habían ido sumándose en pequeños grupos los 900 hombres reclutados en Buenos Aires a las órdenes de Juan Trigo y Feijoó.

Perdriel había sido elegido como campamento por su posición estratégica, cerca de Buenos Aires. Confiando en no haber sido detectados y contando con días para el arribo de Liniers y el inicio de la campaña, los hombres recibieron permiso para ausentarse y muchos se dirigieron a la ciudad. De los restantes, solo unas pocas decenas contaban con armas de fuego.

En la medianoche del 31 de julio al 1 de agosto, la columna británica al mando de Beresford con entre 500 y 600 hombres y seis piezas de artillería volante inició su marcha reservada y cautelosamente.

A las 7 de la mañana «los de Perdriel enarbolaron la divisa blanca y encarnada de los conjurados de Buenos Aires. La infantería británica avanzó cubierta por los disparos de artillería, que provocaron la huida de muchos milicianos incluyendo los que defendían la artillería. El combate duró entre 30 minutos y una hora. El número de bajas en ambos bandos fue bajo. Si bien Beresford quedó dueño del campo, el encuentro no lo favorecía, no solo por la relativa disparidad de bajas, sino por el fracaso estratégico de la operación: la intención de fijar y derrotar en campo abierto a las fuerzas de campaña sublevadas no se había podido cumplir.

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