Comienza en Córdoba el Golpe de Estado del 55

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El golpe de Estado encabezado por Eduardo Lonardi que terminaría derrocando a Juan Domingo Perón, comenzó a gestarse en Córdoba el 16 de setiembre de 1955. Hasta esa provincia viajó el militar para tomar a sangre y fuego las instalaciones militares de la Docta y luego marchar a Buenos Aires

El 16 de septiembre de 1955 se inició el golpe de Estado que derrocaría al presidente constitucional Juan D. Perón, al Congreso de la Nación y a los gobernadores provinciales. El golpe de Estado se inició en Córdoba, fue liderada por el general Eduardo Lonardi y se extendió hasta el 23 de septiembre.

Los mayores enfrentamientos se produjeron en Córdoba, donde hubo al menos 112 muertos. Allí, Lonardi atacó a la de Infantería, cuyos mandos no quisieron plegarse al golpe y habían decidido defender el gobierno . El apoyo de la jerarquía católica fue decisivo. El colegio católico San José de Córdoba se había convertido en un depósito de armas, llegando a almacenarse armas molotov en los dormitorios de los sacerdotes, y en los sótanos del seminario mayor se hacían ejercicios de tiro con fusiles.

De Perón para abajo, nadie tenía dudas de que en Córdoba anidaba el golpe de Estado que buscaría derrotar al gobierno democrático. Gobierno que detentaba el poder desde 1946, con ratificación en las urnas en 1951. A mediados de 1955, la relación entre el oficialismo y la oposición era insostenible. A las críticas por izquierda y por derecha que apuntaban al presidente, se sumaba como contendiente de última hora, a la iglesia Católica. El enfrentamiento nació en Córdoba en la recordada procesión del Corpus Christi y fue refrendado del otro lado cuando el Ejecutivo avanzó en lo que hoy conocemos bajo el lema ‘Iglesia y Estado, asunto separado’. Los puentes de la concordia estaban rotos y Córdoba era el centro de la escena.

Atento a esto, Perón nombró como ministro del Interior al tucumano Oscar Albrieu, un viejo radical que había cursado sus estudios superiores y realizado su militancia en Córdoba. Y como primera medida, el presidente le pidió a Albrieu que buscara en esta ciudad a los hombres que pudieran frenar la asonada.

La tarea fue titánica. Córdoba había sido la provincia en donde el peronismo había obtenido los peores resultados electorales tanto en 1946 como en 1951. Además, la inteligencia universitaria, de mayor preponderancia en Córdoba que en cualquier otra parte del país, era especialmente refractaria al peronismo. Los esfuerzos de Albrieu encontraron resultado en la calle Rivera Indarte, en la pequeña oficina del abogado Juan Zanetti. El viejo militante comunista, perseguido y encarcelado por el peronismo, aceptó mediar para frenar la reacción conservadora. Sn embargo nada dio sus frutos.

En forma paralela aparece Eduardo Lonardi, que por entonces tenía apenas 59 años, pese a que se lo presente siempre como un hombre anciano. Estaba, sí, enfermo. Lonardi, militar retirado por entonces, se convirtió en el cerebro del golpe anunciado: su plan estuvo listo el 11 de septiembre. Cuatro días después, el 15 por la noche, buscó desorientar al peronismo viajando a Córdoba en un colectivo de línea junto a su familia. En apariencia, era apenas un paseo turístico que tendría sede en una casa quinta de La Calera. Pero a las 00 horas del 16, ingresó al dormitorio del jefe de la unidad de la Escuela de Artillería, lo convino a la rendición y el coronel en cuestión, somnoliento aún y sin comprender lo que sucedía, atinó a decir que no. Lonardi no dudó en apuntar a la cabeza: el tiro salió desviado y dio en la oreja del militar que se negaba a sumarse al golpe. El disparo de Lonardi fue el puntapié de lo que se autotituló Revolución Liberadora.

La primera tarea de Lonardi, su hijo y el coronel Ossorio Arana fue reducir la Escuela de Artillería, en las afueras de Córdoba. Tras la rendición del cuerpo, siguió la Escuela de Infantería y la Escuela de Tropas Aerotransportadas. Si las dependencias militares cordobesas caían, había reflexionado Lonardi, el resto del país se derrumbaría como un castillo de naipes. A eso, el general golpista sumaba el apoyo que la sociedad civil cordobesa, intuía, daría al golpe. No se equivocó.

Participaron, en el golpe del ‘55, amplios sectores de la oposición política, entre los cuales se cuentan “radicales sabattinistas y unionistas, dirigentes de Acción Católica y del Partido Demócrata Cristiano, demócratas nacionales, socialistas y grupos nacionalistas”. Al disparo inicial de Lonadi, en Córdoba siguió la reprimenda de los militares sublevados y el accionar de civiles “que ocuparon sedes peronistas, requisaron vehículos y contribuyeron a la detención de personas. La Federación Universitaria de Córdoba acompañó este movimiento ocupando la sede de la Universidad.

El mensaje místico religioso -Cristo Vence y las referencias a la Virgen de las Mercedes, la patrona del Ejército-, tuvieron tanto peso como el odio al peronismo. Los tres días de batalla dejaron a Córdoba en ruinas y con un número nunca definido de víctimas mortales, pese a que oficialmente se cuentan unas 65 personas asesinadas.

 

 

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