El pueblo de Buenos Aires destituye al virrey Sobremonte

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El 14 de agosto de 1806, el Cabildo de Buenos Aires decidió pedir la renuncia al Virrey Rafael de Sobremonte y entregar el poder a Santiago de Liniers, después que el destituido había huido de Buenos Aires cuando llegaron los ingleses y ante el temor de un retorno de los mismos, que finalmente se iba a producir un año más tarde.

El 14 de agosto de 1806, el Cabildo reunido en Buenos Aires y el propio pueblo congregado en la plaza principal, decidió rechazar la reincorporación de Rafael de Sobremonte como titular del Virreinato del Río de la Plata y otorgarle el poder a Santiago de Liniers, que había conducido la reconquista de la ciudad hacía pocos días atrás.

Al grito de “No, no, no, no lo queremos. Muera ese traidor. Nos ha vendido. Es desertor. En el caso más peligroso nos ha dejado. Se ha huido con 9.000 onzas de oro” los habitantes de Buenos Aires reclamaron al viva voz el rechazo a Sobremonte que cuando advirtió la llegada de los ingleses, huyó a Cordoba, llevandose consigo el dinero del tesoro de la ciudad. Sin embargo la diligencia en la que viajaba el español, fue alcanzada por los británicos y el dinero le fue arrebatado.

Este hecho significó un interesante precedente de autodeterminación popular, que no pasaría inadvertida por las reaccionarias autoridades españolas. Sobremonte, hombre de ideas absolutistas, hizo lo posible, por desconocer la resolución y la Audiencia, también absolutista, trató de justificar el hecho encuadrándolo dentro de un marco legal preexistente. Los oidores pergeñaron una artimaña para evitar admitir que se estaba destituyendo al virrey por inepto y cobarde y por voluntad del pueblo del Buenos Aires, expresando que «el señor marqués de Sobremonte estaba enfermo para gobernar y era de parecer se asegurase su persona para tratarla como corresponde, reservándose a Su Majestad el conocimiento de las operaciones de dicho señor en los asuntos de que se trata».

El día 2 de agosto de 1807, el Padre Grela desde el púlpito de Santo Domingo había pronunciado un sermón atacando la conducta de Sobremonte, y elogiando con entusiasmo a Liniers. No faltaron adulones que se presentaron al ex virrey Sobremonte, a la sazón en San Isidro, a contarle el efecto que había producido el sermón.

Sin nada que hacer, el pueblo le quitó el poder a Sobremonte que permaneció en Buenos Aires hasta 1809, año en el que regresó a España. Allí fue sometido a un consejo de guerra en Cádiz, en el que el mismo Liniers atestiguó en su favor. El juicio fue suspendido al estallar la guerra de independencia española pero volvió a sustanciarse más tarde. En 1813 lo absolvió el tribunal. Sobremonte murió en enero de 1827, en Cádiz, empobrecido y sin haber podido recuperar el prestigio perdido.

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