Derqui el primer presidente de Argentina

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El 5 de setiembre de 1857 moría Santiago Derqui el primer Presidente en gobernar la Confederación y Buenos Aires, ya unidos como la Nación Argentina, desde la jura de la Constitución.

Santiago Rafael Luis Manuel José María Derqui Rodríguez nació en Córdoba, 21 de junio de 1809. Hijo de Manuel José Derqui y García, y Ramona Rodríguez y Orduña, nació en Córdoba el 21 de junio de 1809, su nombre era tan largo porque eraun homenaje a su padre y a su abuelo. Tras recibir instrucción privada, como era corriente entre las familias acomodadas de la época, realizó estudios superiores en el prestigioso Colegio de Monserrat en la misma ciudad. Entre 1826 y 1831 cursó estudios de derecho y filosofía, y el 22 de diciembre de este año se graduó como abogado por la Universidad Nacional de Córdoba.

Simpatizante de la invasión del general José María Paz a su provincia en 1829, editó el periódico oficialista «El Cordobés». Cuando Paz fue capturado en 1831, pidió en nombre del gobernador interino Mariano Fragueiro por la vida del general, aunque probablemente Estanislao López no lo quería ejecutar. Pero Paz le estuvo muy agradecido, y lo acompañó en la cárcel de Santa Fe, como su principal contacto con el exterior.

Regresó a Córdoba en 1833, y fue elegido legislador provincial; llegó a presidir la legislatura durante la gobernación de José Vicente Reinafé. Intentó la expulsión del obispo Lascano, pero este se refugió en La Rioja y desde allí lo excomulgó.

El 7 de agosto de 1835, el gobernador Reinafé fue depuesto por el congreso de la provincia, acusado junto con su hermano del asesinato del caudillo federal Facundo Quiroga en Barranca Yaco. En su reemplazo la legislatura dirigida por Derqui eligió a Pedro Nolasco Rodríguez, pero su parentesco con los Reinafé y el hecho de que no los persiguiera por el crimen motivó la oposición de Juan Manuel de Rosas; para la formación de un nuevo gobierno fue elegido Derqui, quien designaría el tribunal que finalmente condenó a los Reinafé.

La figura de Derqui, un destacado antirrosista que hacia públicas su críticas al gobierno porteño, no satisfizo a Rosas, que deseaba un hombre más afín a su perfil en Córdoba, influyó en la realización de nuevas elecciones para consagrar al coronel Manuel López, alias Quebracho; cuando las fuerzas de este capturaron a tres de los hermanos Reinafé, Derqui fue acusado de negligencia y complicidad con los asesinos y enviado a Buenos Aires como prisionero.

Fue puesto en libertad poco más tarde, y se exilió en la Banda Oriental; fue secretario del gobierno de Fructuoso Rivera, y ejerció el periodismo. Rivera lo designó en 1840 como enviado a la provincia argentina de Corrientes, donde negoció con el gobernador Pedro Ferré la firma de un tratado de alianza contra el centralismo porteño de Rosas.

Se quedó en Corrientes como ministro de gobierno de Ferré, y cuando a mediados de año llegó el general Paz y fue nombrado jefe del ejército de la provincia.

En 1852, tras la caída de Rosas y la firma el 31 de mayo de ese año del acuerdo de San Nicolás, Urquiza asumió como líder provisional de la Nación. Sin embargo, la provincia de Buenos Aires no ratificaría el tratado, lo que llevó a su separación de la Confederación.

Urquiza, a cargo de las relaciones exteriores de la Confederación, envió a Derqui en misión especial al Paraguay. Fue delegado por Córdoba al congreso constituyente de Santa Fe en 1853, del cual ocupó la vicepresidencia, y fue uno de los signatarios de la Constitución Nacional Argentina.

En 1854 fue designado para la cartera de Justicia, Culto e Instrucción Pública por Urquiza; poco más tarde pasaría a ocupar la de Interior, en la que permanecería durante todo el gobierno de Urquiza. Desarrolló una actividad intensa y de corte fuertemente ilustrado, promoviendo la creación de colegios, la apertura de una imprenta en la Universidad de Córdoba, reglamentando la enseñanza y la educación de los indígenas, nombrando la comisión encargada de la redacción unificada de los códigos jurídicos nacionales, instituyendo la primera Corte Suprema de Justicia de la Nación y proyectando la construcción de una línea ferroviaria hasta Santiago de Chile.

Fue además enviado con frecuencia como interventor a las provincias, donde su prolongada acción le había granjeado conocidos. Fue interventor federal en Santa Fe en 1856 y en la provincia de San Juan dos años más tarde, para solucionar la crisis iniciada con el asesinato del caudillo Nazario Benavídez, y que desembocaría en la guerra con Buenos Aires, que culminó en la Batalla de Cepeda y el Pacto de San José de Flores. Por su vigor y lealtad —pese a no contar con el carisma personal de los caudillos de la época— Urquiza lo prefirió a Mariano Fragueiro y Salvador María del Carril como candidato a su sucesión. En 1860 fue elegido como sucesor de Urquiza, y asumió la presidencia el 5 de marzo de ese año, acompañado por el general Juan Esteban Pedernera.

Derqui asumió la presidencia en Paraná; la provincia de Entre Ríos había sido federalizada durante la presidencia de Urquiza, pero en 1860 había reasumido su soberanía, dejando como territorio federalizado únicamente la ciudad de Paraná. La capital entrerriana se estableció en Concepción del Uruguay, y Urquiza fue nuevamente elegido gobernador.

El nuevo presidente era un hombre capaz y tenaz, pero se decía que tenía arranques de actividad febril, alternados con períodos de inactividad casi absoluta; incluso se afirmó que despachaba su correspondencia y papeles oficiales desde la cama.

El panorama de concordia en el que asumió Derqui resultó sólo aparente. Las relaciones con Buenos Aires, en las que este había desempeñado un papel fundamental como ministro de Urquiza, no eran malas. Bartolomé Mitre, quien había sido elegido gobernador del Estado de Buenos Aires por esas fechas, negoció con Derqui las modificaciones a la constitución deseadas para reincorporar la provincia a la Confederación.

Urquiza se entrometía constantemente en las cuestiones de gobierno, y Derqui decidió que, para poder hacer una política autónoma, sólo podía contar con un aliado poderoso: el gobierno porteño. Por eso firmó con este un nuevo convenio en junio de 1860, por el que Buenos Aires conservaba el manejo de la Aduana por un tiempo determinado, pero se comprometía a entregar 1 500 000 pesos mensuales a la Confederación, e incluso incorporó dos de los ministros de este –incluido el de Hacienda, clave en esas circunstancias– a su gabinete nacional.2​

Urquiza se resistió a lo que consideró cesiones excesivas a los intereses porteños y entabló negociaciones independientes con Buenos Aires. Las reuniones trilaterales del 9 de julio de ese año entre Derqui, Urquiza y Mitre para celebrar el aniversario de la Independencia resultaron extremadamente tensas.

A cambio del apoyo de Mitre, Derqui avaló la creación de sucursales del Banco de la Provincia de Buenos Aires en el interior y el empleo de la moneda porteña en la aduana, la principal fuente de ingresos de la ciudad porteña y un bien codiciado por el gobierno nacional.

El 16 de noviembre las relaciones con Buenos Aires volvieron a tensarse por la rebelión en la provincia de San Juan, liderada por Antonino Aberastain, que se inició con el asesinato del gobernador José Antonio Virasoro; Domingo Faustino Sarmiento, ministro de Mitre, no solo financió y organizó la revolución, sino que aplaudió el asesinato en la prensa.

Derqui designó al gobernador de la provincia de San Luis, el general Juan Saá como interventor federal en San Juan. Saá rodeó a los amotinados en la batalla de Rinconada del Pocito, el 11 de enero de 1861 y los redujo. Aberastain implicó a Sarmiento en la rebelión, y dos días más tarde fue fusilado.

El gobierno y la prensa de Buenos Aires –que habían festejado la muerte de Virasoro– exigieron a Derqui el castigo de Saá y la reposición de los liberales en el gobierno sanjuanino. Mitre calificó el episodio como «el último estertor de la barbarie y la violencia.

A principios de 1861, el gobernador cordobés Mariano Fragueiro derrotó una revolución en su contra, pero la provincia quedó envuelta en el caos. El nuevo gobernador —aliado de los porteños— invadió San Luis, acusando al gobernador Saá por la muerte de Aberastain.​ Ante el requerimiento de Derqui de que mantuviera la paz con San Luis, el gobernador respondió que no tenía derecho a inmiscuirse en los asuntos internos de su provincia.

Derqui declaró a la provincia de Buenos Aires en sedición, y el 6 de julio, el Congreso autorizaba al presidente a usar la fuerza para reprimir al gobierno rebelde de Buenos Aires y sujetarlo a la obediencia de la ley común.

El 17 de septiembre tuvo lugar la batalla de Pavón; las fuerzas porteñas estaban mejor armadas y más disciplinadas que las nacionales, y su inferioridad numérica no parecía excesiva. La caballería nacional arrolló las dos alas de los porteños, pero gracias a una hábil estrategia la columna central de la infantería porteña se hizo con gran parte de la artillería de sus enemigos y soportó la embestida. Sin haber utilizado su reserva –formada por las mejores fuerzas entrerrianas– Urquiza abandonó el campo de batalla, y dos días después cruzó el río Paraná, regresando a Entre Ríos.

Derqui trataba de reunir sus tropas en Rosario; cuando supo que no lo lograría, el 5 de noviembre abandonó todo y huyó a Montevideo en el buque inglés Ardent. Nunca firmó una renuncia, apenas una carta personal a Pedernera, en la que le pedía que arreglara con Urquiza y revirtiera la situación.

Vivió humildemente en Montevideo hasta 1864; las estrecheces que pasó indujeron al Canciller del gobierno de Mitre, Rufino de Elizalde, a ayudarlo a regresar a Corrientes. Cuando el mariscal Francisco Solano López invadió por sorpresa la ciudad en abril de 1865, Derqui se negó a prestarle apoyo, lo que lo llevó a la cárcel brevemente. Cuando la ciudad fue reconquistada por las tropas argentinas, volvió a la cárcel por sospechoso de haber colaborado con la invasión. Al salir, se encerró en su casa para siempre.

El 5 de noviembre de 1867 murió en Corrientes en la pobreza más extrema.

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