Nace Luis Chorroarin, el cura de los próceres

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El 27 de Agosto de 1757 nace en la ciudad de Buenos Aires, el cura y educador Luis José de Chorroarín, quien llegaría a ser un destacado y activo protagonista durante la Revolución de Mayo. Fue rector interino en varias oportunidades del Real Colegio de San Carlos y en el año 1811 llegaría a ser director de la Biblioteca Pública de Buenos Aires.

Luis José Chorroarín, fue el gran impulsor de la Biblioteca Pública desde antes de la Revolución de Mayo y después de esta, y que mereció del canónigo Ludovico García de Loydi la acertada definición de haber sido “Una luz en la Manzana de las Luces”.

Su vida estuvo ligada largamente a ese histórico solar, tenía apenas 10 años cuando estudiaba en el Colegio de los Padres jesuitas cuando en julio de 1767 se produjo la expulsión de los religiosos, establecimiento al que sus padres don Ignacio y doña Inés de Serrano pensaban matricularlo. Cursó en el lugar filosofía en la cátedra que abrió en 1773 el doctor Carlos Montero, y aventajado estudiante también de teología en 1779 recibió la ordenación sacerdotal.

Sus amplias dotes de formador lo llevaron en 1791 al rectorado del Colegio de San Carlos a la muerte del padre Jaunzarás, entre sus alumnos discípulos se encontraba Manuel Belgrano y el después deán Diego Estanislao Zavaleta. Gran orador, pronunció la oración fúnebre con motivo de la muerte de su antecesor en el rectorado y posteriormente en 1796 la del obispo Manuel de Azamor y Ramírez. A ello se agregaban sus Apuntes de las clases de filosofía que tomaban sus alumnos y fueron editados por la Universidad de Charcas. No en vano un documento de la época hablaba de “su literatura, probidad y prudencia” para los cargos a los que fue propuesto.

Sus recursos estuvieron también al servicio de la corona, y fue uno de los que aportó cuando la guerra de España contra Francia y al Cabildo para suplir en parte los gastos surgidos por las invasiones británicas. Asistió al Cabildo Abierto del 22 de mayo en el que votó por el cese del virrey.

Buenos Aires contaba con algunas bibliotecas o librerías, pero ninguna abierta a los interesados, el primero en expresar ese deseo fue en 1628 el obispo fray Pedro de Carranza que en 1628 antes de partir al Concilio convocado por el arzobispo de Charcas, atento a su poca salud y “a riesgo de morirse en el camino” hizo “donación de los libros, que son 253 cuerpos, para que sirvieran al bien público”. A la expulsión de los jesuitas, recién en 1771 la rica biblioteca fue entregada a los padres de la Orden de Predicadores “con la obligación de mantenerla franca para el uso del público”. Pero esto tampoco se concretó y fue recién en 1794 cuando en el convento de la Merced comenzó a funcionar para el público la que donó el notario don Francisco de Prieto y Pulido.

Fue el obispo Manuel de Azamor quien por testamento favoreció con su biblioteca a la iglesia Catedral, en beneficio “de la pública educación y enseñanza”, la que quedó en el Seminario Conciliar. Fue Chorrroarín quien en 1805 comenzó las gestiones para que se cumpliera la voluntad de Azamor, pero las invasiones británicas retardaron concretarla.

En el Colegio funcionaba el cuartel de Patricios, y cierto día el rector le hizo notar al comandante Cornelio de Saavedra: “Como a las 9 de la mañana, pasando yo por el claustro de este cuartel en que está la librería advertí que el cerrojo de la puerta estaba abierto y con este motivo he visto que realmente estaba franca. No no en los estantes falta de libros, bien que no tengo conocimiento de los que habla… La cerradura no demuestra violencia ni señales de haberse hecho fuerza `para abrirla y sin duda, si es maliciosa la apertura, ha sido con ganzúa. Con este motivo he visto que los libros están en la mayor parte deteriorados por la polilla consiguiente a los años de abandono con que se ha tratado”.

Fue Chorroarín el receptor de las primeras medidas tomadas por la Junta para la creación de la biblioteca pública, ya que le piden franquee la librería de Azamor el 7 de setiembre de 1810 y además que la Junta nombró protector de la misma al secretario Mariano Moreno y como bibliotecarios al Dr. Saturnino Segurola y a fray Cayetano Rodríguez. De inmediato respondió: “La resolución de la excelentísima Junta satisface enteramente mis deseos y me proporciona la complacencia de ver realizado un establecimiento que siempre anhelé, y que estaba para realizarse cuando Beresford ocupó esta capital”. A esto agregaba que ponía a disposición “los libros de la librería del Colegio, incluso los que yo tengo donados, sino también muchos de los de mi uso que dejé en dicha librería cuando salí del Colegio, y aún algunos de los que saqué conmigo, si se consideran útiles”. El 23 de setiembre se anunciaba en la Gaceta la creación de la Biblioteca.

Fray Cayetano a los tres días de su nombramiento renunció al cargo y el último día de 1810 el Pbro. Segurola, en enero de 1811 la Junta resolvió que el “Dr. Luis José Chorroarín, a quien se le ha expedido el correspondiente título” ejerciera el cargo de bibliotecario. Fue quien la organizó con el debido cuidado a pesar de las órdenes del gobierno para habilitarla cuanto antes. Un negro esclavo del Colegio, llamado Antonio; y un sargento al que se le pagaba sueldo como si estuviera en el servicio escribió Chorroarín “me ha ayudado en todos los trabajos de reparación y colocación de libros”.

Finalmente el 16 de marzo de 1812, el mismo día en que se le encomendó a San Martín la creación del Regimiento de Granaderos, se “celebró la apertura de la Biblioteca Pública al que asistió el Superior Gobierno y todos los jefes. La Biblioteca se franquea al púbico desde las 8 hasta las 12 y media del día hasta fin de abril que variará”. Juan Manuel Beruti en su “Memorias Curiosas” recuerda que la ceremonia se hizo en horas de la tarde y contaba con ocho mil volúmenes.

No fue poca la actuación de Chorroarín en la Biblioteca en la que se desempeñó por una década. Diputado, firmó la Constitución de 1819, fue miembro de distintas comisiones; pero jamás abandonó su atención a la Biblioteca a la que destinó siempre sus días.

Un anónimo informe de la época dice de él: “Canónigo de Buenos Aires y bibliotecario público; hombre honradísimo, de mucha literatura, de grande influjo en la opinión pública por su carácter y por ser maestro de los principales jóvenes de Buenos Aires que han cursado colegios. En todo movimiento revolucionario tiene parte porque es llamado. Se le querido hacer provisor y no ha admitido. Su conducta pública es juiciosa”.

Falleció después de 15 días de enfermedad el 11 de julio de 1823 a la una y cuarto de la tarde, después de haber recibido los sacramentos. Fue inhumado después de un solemne funeral en la Catedral, en el cementerio de la Recoleta en la calle central y sobre el sepulcro se colocó una lápida que decía: “Aquí yace don Luis Chorroarín, canónigo presbítero de la santa iglesia catedral. Rector por veinticinco años del Colegio Carolino y fundador de la Biblioteca. Murió el día 11 de julio del año 1823. Mil jóvenes dio al foro, al altar, al ejército u otras tantas lenguas agradecidas hacen que su fama sea imperecedera”. Ni la placa existe ni se puede ubicar el lugar exacto de la sepultura.

Tes años más tarde con motivo de la llegada de 46 familias alemanas, el gobierno dispuso que se levantara en ese solar un pueblo con su nombre en la Chacarita de los Colegiales, lo que no llegó a concretarse. Chorroarín no buscó el aplauso ni el reconocimiento de su tiempo, al extremo que cuando se dispuso el 22 de setiembre de 1821 colocar su retrato en la sala de la Biblioteca Pública se negó a posar ante el artista por lo que su imagen no la conocemos.

La Biblioteca Nacional que tiene que rescatar la memoria de sus grandes directores, bien podría haber organizado un homenaje en su bicentenario y colocar aquella placa que se mandó grabar y estaba en la Recoleta en el parque que la rodea, para preservar la memoria del primero que la dirigió y fue el que prácticamente la fundó, al dar las bases a la institución que hoy lo ha olvidado.

Fuente: https://www.laprensa.com.ar/El-bibliotecario-olvidado-a-dos-siglos-de-la-muerte-de-Luis-Chorroarin-532163.note.aspx

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