Nace María Josefa Ezcurra, la madre del primer hijo de Belgrano

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Josefa Ezcurra era hija de la una familia acomodada de Buenos Aires. Siendo joven conoció a Manuel Belgrano, pero su padre no aprobó esa unión e hizo que un primo español viniera a estas tierras a contraer matrimonio con la joven. Ocurrida la Revolución de Mayo, este comerciante decidió regresar a España y Josefa no lo acompañó. Dos años después viajó con Belgrano al norte y luego de la batalla de Tucumán vivieron sus días más felices. Embarazada, no lo siguió en su campaña y regresó a Santa Fe, donde nació su hijo que fue reconocido por su cuñado, Juan Manuel de Rosas, para evitar problemas con la sociedad.

El 26 de noviembre de 1785, nacía María Josefa Ezcurra, la hija mayor de 7 hermanos del matrimonio formado por Teodora de Arguibel y Juan Ignacio Ezcurra, entre sus hermanas figuraba Encarnación Ezcurra la esposa de Juan Manuel de Rosas.
Siendo joven, de tan solo 15 años, conoció al amor de su vida, Manuel Belgrano. Su padre, comerciante iba habitualmente al consulado y en una de esas tardes de compañía, se conocieron. Sin embargo, Juan Ignacio, que buscaba para sus hijas alguien de muy buena posición económica, desaprobó la relación. El tema era que el padre de Manuel, Domingo Belgrano Peri, si bien era un rico comerciante, había tenido problemas con la justicia y no era bien visto por la sociedad.

Para evitar que crezca ese noviazgo, Juan Ignacio decidió establecer que su hija se casaría con un primo que vivía en España, pero que llegaría a estas tierras a desposarla. Se trataba de Juan Esteban Ezcurra, nacido en Navarra, que llegado a estas tierras también se dedicaría al comercio y le iría de maravillas, según los registros de la época.

Pero todo tuvo un cambio cuando llegó la Revolución de Mayo de 1810. El marido de Josefa no admitía a los nuevos gobernantes y prefirió para no tener problemas, regresar al viejo continente. Su mujer decidió no acompañarlo y se quedó sola en Buenos Aires, aunque lo de sola era un decir. Podía mucho más tranquila, avanzar en una relación con Belgrano, que nunca se había terminado, ya que, a escondidas, cuentan que solían verse.

La posición de la mujer no era cómoda, pues pertenecía a la alta sociedad y estaba en la mira de todos y no estaba separada ni tampoco era viuda.
Acaecida la revolución, Belgrano primero viajó al Paraguay y luego a Rosario, hasta desde allí, recibió la orden de partir al norte. Josefa decidió seguirlo y para allá se fue en una de los viajes más peligrosos e inciertos de las campañas revolucionarias.

Primero se instaló en Jujuy y en setiembre el Ejército del Norte pudo respirar después de la victoria en Tucumán. Y fue entonces que vivieron sus días más felices. Lejos de Buenos Aires y de la sociedad que los condenara, era la compañera del gran estratega de la victoria, el hombre mas importante del momento en aquel momento. Y fue en Tucumán donde se embarazó. Ahí ocurrieron dos cosas: en ese estado no podía seguir, pero tampoco volver a Buenos Aires.

La solución vino de parte de su hermana, Encarnación que en febrero de 1813 se había casado con Juan Manuel de Rosas y vivían en una estancia de Santa Fe. Allí fue Josefa y en ese lugar nació Pedro. Josefa no volvió con Belgrano que luego de su expedición por el norte, partió a Europa y a su regreso volvería a Tucumán, para quedarse allí hasta meses antes de su muerte. Eso si con otro amor y con otra hija.

Josefa se dedicó al armado político de su cuñado, Juan Manuel de Rosas, y tuvo un activo papel en sus primeros años de gobierno. Su casa en la cual ella ordenaba quien pasaba o no, era el centro de reuniones y armados políticos de los que seguían a Rosas. Cuando murió su hermana Encarnación, ella se ocupó de los cuidados de su sobrina a la que acompañó en todo momento.

Fue la madrina en el casamiento de su hijo con Juana Rodríguez, en 1851, unión celebrada en Azul, donde Pedro era dueño de una estancia que le había regalado su papá adoptivo y donde se desempeñó por varios años como juez de paz.
Josefa murió el 6 de septiembre de 1856. Su casa aun se conserva en Buenos Aires y es patrimonio nacional

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