Perón deja el poder

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El 19 de setiembre de 1955, Juan Domingo Perón entregó a militares leales una carta en la que ofrecía condiciones para pacificar el país. Esta fue tomada como una renuncia por los militares opositores que comenzaron así con la autodenominada «Revolución Libertadora». Terminaba así el gobierno de Perón que había asumido en 1946.

El 19 de setiembre de 1955, terminaba el gobierno de Juan Domingo Perón, después de haber ocupado la Casa Rosada desde 1946. Desde hacía tres días gran parte del Ejército se había sublevado en todo el país. Eduardo Lonardi era el líder de la revuelta que había comenzado en Córdoba y se extendía por distintas ciudades. Había mucha sangre derramada y el Presidente envió una carta por medio de sus hombres más cercanos en la cual expresaba sus deseos de pacificar la situación. “El Ejército puede hacerse cargo de la situación, el orden y el gobierno, para construir una pacificación entre los argentinos, empleando para ello la forma más adecuada y ecuánime”. Esta es una parte del documento firmado por Juan Perón. No fue una renuncia, aunque los militares la tomaron con tal.Desde Córdoba, Lonardi le escribió a Franklin Lucero: “En nombre de los Jefes de las Fuerzas Armadas de la revolución triunfante comunico al Señor Ministro que es condición previa para aceptar (una) tregua la inmediata renuncia de su cargo del Señor Presidente de la Nación.”

El documento era un mandato a militares leales para negociar con los rebeldes, mandato que fue violentamente transformado en renuncia. Ni de lejos es una renuncia formal al Congreso Nacional, como marca la Constitución. Y mucho más ilógica es esta supuesta renuncia si se piensa que en las elecciones de 1952 había ganado el peronismo con una mayoría abrumadora.

Hay distintas versiones de las reuniones de esa junta de generales “leales” con los rebeldes, primero en el Ministerio de Guerra y luego en el crucero Argentina, sede del golpista almirante Rojas. Como no hubo acuerdo, la junta se reúne de nuevo en el Ministerio de Guerra y –he aquí uno de los enigmas nunca analizados por los historiadores o politólogos– alguno de los sediciosos, a punta de ametralladora –no es tan extraño esto, luego de que fueran capaces del atroz bombardeo a la población indefensa de dos meses atrás– amedrentó a la junta que representaba supuestamente a Perón y a su comandante en jefe, y transformó ese salvoconducto para negociar… ¡en una verdadera renuncia de Perón! Y lo anuncian por radio. Hecho consumado.

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