El origen de los cacerolazos

0
669

En el imaginario popular, los cacerolazos surgieron a fines de 2001 en la ciudad de Buenos Aires. Fue un momento de protestas masivas en las calles, de marchas, asambleas, del «que se vayan todos».

Sin embargo, en América latina, en la segunda mitad del siglo XX, el primer registro de cacerolazos se dio en Chile en la década del 70.

El presidente era entonces Salvador Allende. Sectores acomodados de Santiago mostraron su descontento con cacerolazos menores, que no trascendieron. Pero el 1 de diciembre de 1971, en el centro de la capital chilena, un grupo de mujeres nucleado en la agrupación Poder Femenino golpeó sus cacerolas y se hizo escuchar.

Al año siguiente, la banda de folklore Quilapayún compuso la canción «Las ollitas» . «La derecha tiene dos ollitas / una chiquitita, otra grandecita. / La chiquitita se la acaba de comprar, esa la usa tan sólo pa’ golpear».

Unos años después, en la década del 80, con la dictadura encabezada por Augusto Pinochet instalada en el país, esa forma de protesta la llevó adelante la oposición en los livings de las casas: fue una manera de evitar la represión física en las calles.

Pero claro está que los cacerolazos más masivos y contundentes se dieron en Argentina durante el mes de diciembre de 2001 , aunque también hubo protestas de ese tipo, menores, muchos años antes.

Durante la última dictadura, un grupo de mujeres se animó a protestar contra el aumento del costo de vida en la ciudad de Buenos Aires. Fue el 20 de agosto de 1982 en la Plaza de Mayo. Golpearon cacerolas, cantaron el Himno Nacional Argentino y elevaron un petitorio.

Según reconstruyó la investigadora Roxana Telechea, del Centro de Investigación y Estudios en Ciencias Sociales , las mujeres llevaban carteles que decían: «Pan y trabajo», «Que bajen los impuestos», «Aumento de sueldos», «El hambre ya no se soporta», «Los niños de las villas ya no comen carne», «No podemos comprar pan y leche».

Según la autora de la investigación Historia de los cacerolazos 1982-2001 , una protesta similar tuvo lugar en la ciudad de Mendoza el 9 de septiembre de 1982.

Ya en democracia, con Raúl Alfonsín como presidente, el primer cacerolazo registrado fue en octubre de 1986. ¿La convocatoria? Mujeres se sumaron a una protesta de la CGT y llamaron a «concurrir a la concentración con ollas, sartenes, tapas y latas para hacer escuchar los reclamos».

Según Telechea, manifestaciones así se dieron en varios lugares del país durante el gobierno alfonsinista, por diversas razones: en abril de 1987, un «cacerolazo democrático» en Córdoba, convocado tras el levantamiento carapintada; en agosto de 1988, en Neuquén, por el aumento de las tarifas de servicios; en agosto de 1988, en La Plata, también por los «tarifazos»; en septiembre de 1988, mujeres junto a la CGT en la ciudad de Buenos Aires, por el aumento de la canasta familiar…

El 21 de septiembre de 1988, la convocatoria fue simple y contundente: «Contra el tarifazo, el cacerolazo». Según Telechea, hubo cacerolas, sartenes, latas, silbatos y banderas argentinas. Protestas parecidas se llevaron adelante durante 1989: era el momento más crítico de la hiperinflación.

El siguiente cacerolazo registrado fue el 12 de septiembre de 1996: la oposición, en protesta por políticas del Gobierno, entonces encabezado por Carlos Saúl Menem, convocó a apagar luces durante cinco minutos. Al masivo apagón se sumaron ruidos de cacerolas y de bocinas. Fue el primer cacerolazo que se extendió por varios barrios de la ciudad de Buenos Aires.

2001
Ya a fines de 2001, con Fernando De la Rúa como presidente y con el ánimo caldeado por el corralito impuesto por el ministro de Economía, Domingo Cavallo, las protestas brotaron : cacerolazos , apagones, sentadas, marchas, cortes de calles.

Los días 19 y 20 de diciembre de ese año fueron el punto álgido de las manifestaciones, el momento más violento, de total crispación social, de desborde. A las formas de protesta de los días anteriores se sumaron los saqueos.

Según el sociólogo Javier Auyero , quien investigó los orígenes, el desarrollo y las consecuencias de esos días, cerca de 300 negocios y supermercados fueron saqueados.

Poco después, en marzo de 2002, en la localidad de Jachal, en la provincia de San Juan, se inauguró el monumento a la cacerola. ¿La leyenda que lo acompaña? «Funcionario, la cacerola vigila».

Según planteó la socióloga Maristella Svampa en junio de este año, «quizá sea éste también uno de los mensajes que todavía resuena en las cacerolas, y que no está dirigido sólo al Gobierno sino al conjunto de la clase política».

00

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí